domingo, 29 de enero de 2012

III. Los famosos hermanos Snow



Capítulo 3. Los famosos hermanos Snow


«Viva, estoy viva por los pelos...»

Katherine no paraba de repetirse una y otra vez en su cabeza lo afortunada que era de seguir con vida. En La Prueba, sino fuese por ayuda de aquel muchacho, Thomas Hedder, no hubiera conseguido las agallas para continuar. Tras tomar el aerodeslizador, Katherine tuvo que tener sangre fría, o al menos intentarlo. Provocó al resto de participantes del Sector 10, haciendo que entre ellos se atacasen, mientras que ella aprovechaba a escapar. Algo ruin por su parte, pero aquello la salvó la vida, o con más lógica, condenó su vida.

- ¿Katherine, estas bien? -

Thomas llamó a la puerta del baño, y Katherine tornó la vista hacia él. Aún llevaba las ropas manchadas de sangre, y aún tenía el pelo revuelto. Tras ser ambos seleccionados al Sector 6, el propio presidente de Gran Nueva York les acogió durante una noche en uno de los hoteles más lujosos de El Círculo para que descansaran, aunque al día siguiente debían de partir a su nuevo hogar.

- Si... aún sigo agotada, pero con la ducha me he recuperado - le dijo, pero antes de que se fuese, Katherine le retuvo - Oye Thomas... ¿puedo preguntarte una cosa? -

- Lo que quieras... - suspiró mientras se apoyaba en el umbral de la puerta -

- ¿Por qué me ayudaste? -

Hubo un silencio entre ambos, y sus miradas se intercambiaron en más de una ocasión. Desde el final de La Prueba, Katherine estaba algo inquieta por qué él, un chico que no era de su propio Sector, la ayudó cuando su vida corría peligro.

- ¿Acaso no me lo has agradecido? - preguntó incrédulo, algo ocultaba - 

- Si te lo agradezco, pero ¿cómo sabías que estaba en peligro? ¿Cómo? -

De nuevo aquel silencio. El vaho del cristal se estaba quitando, y la mirada de la muchacha contemplaba los ojos de Thomas, que la desviaba constantemente. 

- Vístete, nos están esperando - mascullo sin responder a su pregunta -

Katherine tenía la toalla cubriendo su cuerpo. Thomas le dio la espalda y cerró la puerta. Ambos compartían una habitación en la última planta del Hotel, donde los demás jóvenes de dieciocho descansaban en sus respectivos cuartos, pero ellos, exclusivamente, iban a tener la visita de dos anfitriones muy peculiares. Dos hermanos. Chico y chica, de unos ocho o nueve años de diferencia cada uno. El chico, apuesto por si solo, se llamaba Abel, y la chica, siendo una espléndida Füxe, criaturas de aspecto humano que cambia su cabello según su estado de ánimo, se llamaba Sarah, y ambos eran los famosos hermanos Snow.

- ¿Están vivos? - dijo Sarah despreocupada y sosteniendo una carpeta blanca en sus manos - 

- Por suerte si. Los dos -

Abel pulsó el botón de la planta noventa y nueve, donde Thomas y Katherine se alojaban.

- ¿Estás seguro que... son adecuados para nuestra causa? -

El cabello rubio de Sarah comenzó a tomar un tono apagado, algo grisáceo por la preocupación.

- Completamente - sentenció Abel con una sonrisa - ¿Acaso dudas que no son adecuados? -

- Lo dudo, si. Tienen dieciocho años, es imposible que... - Sarah emitió un suspiro y se apoyo contra la puerta del ascensor - Son muy jóvenes -

- Jóvenes o no, son adecuados. - repitió Abel - Solo hay que ponerles a prueba -

La puerta del ascensor se abrió. Llegaron. Ambos salieron con elegancia del ascensor y caminaron por un largo pasillo hacia la última puerta, donde Thomas esperaba con la misma ropa de La Prueba en la puerta. Les estrechó la mano. Ya les conocía de semanas atrás. Entraron en la gran habitación y los hermanos Snow tomaron asiento en el sofá de terciopelo blanco. Estaban en un amplio salón, con una gran cristalera con vistas al Sector 6 y 7. Hacia la derecha estaban las habitaciones, y en la izquierda la cocina y el baño, por donde Katherine salió recién duchada y con unos pantalones y camiseta blanca. Echó un vistazo a los hermanos Snow y después tomó asiento.

- ¿Quiénes sois? - pregunto nada más sentarse -

- Abel y Sarah Snow, hemos venido exclusivamente a guiaros - dijo -

- ¿A guiarnos? - saltó Thomas -

- Os han destinado a los dos al Sector 6 - les recordó Sarah echando la carpeta en la mesa de cristal del centro - Y nosotros seremos como... vuestros contactos. Os otorgaremos un piso, trabajo y tareas que hacer -

- ¿Osea que somos de vuestra propiedad? - sonrió incrédula - 

- Por así decirlo - afirmó Abel - A partir de mañana, nosotros dos nos ocuparemos de vosotros. Mi hermana Sarah se ocupará de Thomas, y yo de ti, Katherine -

- Además trabajaréis para nosotros - añadió Sarah -

- Y seguramente que el trabajo también será un castigo - refunfuñó Katherine, ya que Thomas aguardaba en silencio -

- Una biblioteca - sonrió Thomas - En la Gran Biblioteca del Sector 6, donde la historia de Gran Nueva York se guarda bajo llave. Vuestro deber y trabajo, será protegerlo de las garras de indeseables -

Un escalofrío le recorrió a Katherine de los pies a la cabeza. 

- ¿Protegerlos de qué? -

Abel calló y miró a Sarah, que negaba con la cabeza. Abel suspiró y se levantó.

- Nos vamos. Mañana os esperaremos en la estación y partiremos a vuestro nuevo hogar -

- Así que aprovechen a descansar - concluyo Sarah -



La noche caía poco a poco sobre la Gran Nueva York y sus Sectores. Morfeo arrebató el despertar de muchos y sumergirlos en sueños profundos, pero no a todos. Por las calles del Sector 6, dos jóvenes muchachas escapaban de las garras de los agentes de policía. La pelirroja sostenía un pergamino entre en sus manos, un objeto que robó del mismísimo banco , más específico de la cámara secreta del presidente. No robó su cantidad de oro, ni siquiera ni un penique, pero si aquel extraño pergamino que lo guardaba en el interior de una urna de cristal. 

- ¡Eleanor nos van a alcanzar! - exclamo la joven que iba con ella - 

- ¡Lo se, pero les entretendré Annabeth! - grito la pelirroja a la niña - ¡Toma! -

Eleanor el entregó el pergamino a la joven mensajera que se lo guardó en su bolsa.

- ¿Que piensas hacer? - Annabeth se detuvo en medio de la calle -

- Lucharé con ellos. Tú huye de aquí, y que llegue el pergamino a su destino ¿vale? -

- Pero... -

- ¡Vete! -

Annabeth asintió y echó a correr calle arriba, donde la oscuridad de la noche la ocultó. Eleanor, se dio media vuelta y fijo su mirada en los tres guardias de policía que le apuntaban con una extraña vara de hierro, en donde su interior rebosaba una energía luminosa que provocaba pequeña descargas eléctricas. Eleanor sonrió, y cerró sus puños con fuerza.

- ¡Entrégate a la policía! - gritó el guardia - O usaremos la fuerza contra usted -

- ¡Estas oyendo! - exclamo - ¡Oye! -

Sin explicación alguna, los puños de Eleanor comenzaban a brillar con el mismo tono de luz de la energía de las varas de hierro de los guardias. Los guardias retrocedieron hacia atrás al ver tanta energía acumulada en sus puños. De repente, Eleanor pegó un puñetazo al aire, expulsando de entre sus manos una energía luminosa que empujó con fuerza el cuerpo de un policía.

- ¡Tus manos brotan energía, es imposible! - exclamo el guardia - 

- Es posible... - dijo una voz desde el cielo -

Como un asesino silencioso, un hombre cayó de pie ante Eleanor y los guardias. Miró a los guardias, y les hizo una señal con la mano para que se echaran hacia atrás. Después, con un veloz movimiento, aquel hombre se deslizó rápidamente hacia Eleanor, donde la tomó de la cintura y posó su palma de la mano en su abdomen. Su mano brilló como hizo hace unos segundos las manos de ella, y una fuerte descarga eléctrica hizo que la pelirroja Eleanor cayera inconsciente.

- ¡Gracias Steffen, menos mal que hay Guardianes cerca del Sector 6! -

- No me des las gracias... ¿por qué la seguíais? - preguntó Steffen -

- Robó un pergamino de la cámara del presidente, pero al parecer no tiene nada - dijo el guardia mirando su cuerpo - Pero nos la llevaremos -

- Uhm.... puede ser..... ? - Steffen miró el cuerpo inconsciente de Eleanor, y observó como aún rebosaba energía luminosa en sus manos. Enseguida lo comprendió todo - 



viernes, 27 de enero de 2012

II. La Prueba



Capítulo 2. La Prueba


El sol abrasador caía en plomo sobre el gran edificio de El Círculo, provocando en ella reflejos cegadores y ondulaciones de calor. La cabeza de la Estatua de la Libertad, que era lo único que quedó durante estos años, habían levantado una gran plataforma en donde el presidente de Gran Nueva York y su consejero estaban frente a las cámaras. El primer plano obtenido por las cámaras fue el enfoque de la gran plataforma, situada a setenta metros del suelo, ya que debajo de ésta yacía La Prueba. Un gran laberinto se alzaba bajo la plataforma, en donde se podía observar diez caminos a lo lejos, uno para cada Sector y sus participantes. Después de enfocar el terreno, dio un primer plano del presidente, que lucía un extravagante chaqueta brillante con una peculiar corbata roja.

- ¡Bienvenidos Gran Nueva York a una edición más de La Prueba!, esta vez, jóvenes de dieciocho años están apunto de dar su gran entrada, recorrer el fantástico laberinto de mis pies y alcanzar la meta para darles un gran premio. Una nueva vida en un nuevo Sector - el presidente alzó ambas manos y el aplauso de los seguidores de la zona se escuchó en forma de eco - Cada Sector tomará uno de los diez caminos del laberinto, y una vez que se adentren, mi consejero determinará los movimientos de cada joven y decidiremos en que Sector vivirán a partir de ahora - explicó - Y ahora, sin haceros más esperar, ¡demos un fuerte aplauso a nuestras jóvenes promesas! -

El Círculo se inundó de aplausos nada más llegar el tren. Todas las puertas se abrieron, y una muchedumbre de jóvenes asustados descendieron. La mayoría iban armados, pero otros solo sostenían sus mochilas. Katherine bajó a la par que sus compañeros, sosteniendo con delicadeza el puñal de plata de su padre. La joven alzó la vista al cielo y notó el calor que caía sobre ellos, aunque se compensaba con la gran sombra que otorgaba la gran plataforma donde estaba el presidente junto a su consejero. Después miró a su alrededor. Más de cincuenta jóvenes se estaban preparando, pero algo le llamó la atención. Aquella niña llamada Annabeth que le entregó la carta, estaba hablando con una chica de cabello rojo, que estaba apoyada no muy cerca del andén y contemplando con deseo a cada chico y chica de cada Sector. Su mirada se centró en Katherine. Ella se mantuvo firme y la miró fijamente a los ojos, y acto seguido sonrió, como dándola buena suerte.

- ¿Esa es Katherine Gellert, del Sector 10? - 

- Si, yo misma le entregué la carta - le dijo Annabeth - ¿Acaso te interesa, Eleanor? -

- Tal vez - y dicho esto, la joven pelirroja se dio media vuelta - Vamos - 

Katherine vio como la pelirroja y Annabeth desaparecían entre la muchedumbre de los grandes aristócratas de la zona, entonces fue cuando un cañonazo se escuchó, y la mente de Katherine se quedó en blanco. Era la señal. El cielo se cubrió de un manto de estrellas, o más bien de cohetes celestiales dando el comienzo de La Prueba. Sin esperar una milésima de segundos, se amarró la mochila y corrió lo más rápido que podía hacia el gran arco de piedra que llevaba a uno de los caminos del laberinto. Frente a ella, los once participantes se habían adelantado a ella, y tomado uno de los aerodeslizadores que facilitaban el recorrido. Katherine aguardó en el arco, conteniendo la respiración, y tras diez segundos inmóvil, se introdujo en el interior del laberinto con el puñal en la mano. 

- «Solo hay tres plazas Katherine. Solo hay tres...» - se repetía así misma -

Cuanto más avanzaba Katherine por el laberinto, más se podía apreciar aquel empalagoso y repugnante olor a sangre. Los matorrales del laberinto comenzaban a tener un tono rojizo, haciendo que sus hojas verdes desaparecieran. Katherine paró un momento. Se empotró contra los matorrales y caminó con sigilo al ver un hilo de sangre correr por una de las esquinas. Se escuchaba un suave silbido, como si estuviesen afilando un arma. Katherine amarró el puñal con fuerza, y al llegar a la esquina, ladeó la cabeza. Contempló una escena que le hizo encoger su corazón. Joselian McGrers, la chica nombrada en televisión a la par de Katherine, estaba tendida en el suelo. Sobre ella, la muchacha que vio antes de subir al tren estaba sobre Joselian, clavando sin descanso un puñal parecido al de Katherine sobre el abdomen de la chica. La asesina, al notar el reflejo del arma de Katherine, clavó sus ojos en ella y se relamió los labios.

- Ka... Katherine... - sonrió, mientras seguía asestando apuñaladas a la muchacha -

- No.... - Katherine comenzó a retroceder poco a poco - 

Sabía su nombre. La joven paró de asestar apuñaladas y se levantó del suelo con cuidado. Su puñal goteaba sangre, dejando un rastro claro en el suelo. Poco a poco caminaba hacia ella con una sonrisa malévola. Iba a por ella.

- Solo tres plazas - musitó la chica - Tengo que hacerlo Katherine, tengo que hacerlo -

- Te ha cegado la ambición... - mascullo Katherine - 

- ¡Solo quedan tres plazas, y serán solo mías, mías, mías! -

Echó a correr hacia ella con el puñal en alto. Katherine retomó el camino por donde vino y echó a correr lo más rápido que podía, pero su perseguidora no se cansaba.

- ¡No te escaparás Katherine, no lo lograrás, JAJAJAJAJAJA! -

- ¡Déjame...! -

De repente, sin esperarlo ninguna de las dos, una mano emergió de entre los matorrales y agarró con fuerza el brazo de Katherine. Ella ladeó la cabeza, y vio detrás del matorral a un joven de su edad cogiéndola. Su fuerza era el doble que la de ella, y su cuerpo se empotró contra los matorrales, haciendo que su cuerpo lo traspasara y acabara en otro camino diferente. 

- ¡Suéltame! - gritó ella, dejando caer la hoja del puñal sobre su pecho - 

- ¡Ey tranquila! - exclamo el muchacho - Te he salvado la vida, no te pongas así mujer -

- ¡Pero intentas matarme como esa loca! ¡Aléjate! -

- ¡No soy de tu Sector!, ¡Estás en el camino para los participantes del Sector 4! -

- ¿Qué? - 

Katherine bajó su mirada a sus pies y vio un gran cuatro dibujado en el suelo. Decía la verdad. La sacó de su camino y la llevó al otro, donde los del Sector 4 se disputaban por una plaza.

- ¡¡KATHERINE!! - 

El cuerpo de aquella chica atravesó también los matorrales, y el muchacho que la salvó deslizó sobre sus manos una extensa lanza.

- Me encargaré de ella. Aprovecha a volver a tu camino y llegar a la meta -

- Pero... - 

- ¡Vete! -

El muchacho del Sector 4 saltó sobre la muchacha a la par, y ambos comenzaron a disputar una cruel lucha para matar al otro. Katherine tuvo que aprovechar ese momento y atravesó con dificultad los matorrales, hasta llegar a su camino. El Sector 10. Se podía escuchar los gritos de ambos, pero Katherine continuó hacia delante, donde el cuerpo de aquella chica yacía muerta. El hilo de sangre aún se apreciaba, y tuvo que aguantar la respiración cuando torció la esquina. El cuerpo estaba mutilado, casi destrozado, como si una jauría de lobos la hubieran atacado. Katherine siguió hacia delante, y por suerte de ella vio un artefacto empotrado sobre los matorrales atascado. Era un aerodeslizador. Lo más posible de aquella chica que mató a Joselian. Katherine lo sacó de entre los matorrales, y con algo de dificultad se subió. Posó sus manos sobre el mando de control y lo prendió. Poco a poco se elevó del suelo, como cinco centímetros, y de repente comenzó a moverse.


En el Sector 10, en plena plaza principal, la gran pantalla de televisión retransmitía La Prueba, pero sin mostrar aquellas desgarradoras imágenes que Katherine pudo ver. La familia Gellert estaba en primera fila, donde ambas pareja rezaban por su hija. Habían dado un primer plano de Katherine cuando se quedó inmóvil frente al arco, y después enfocaron a otros jóvenes.

- ¿Crees que irá todo bien? - pregunto la señora Gellert, quien sostenía en sus brazos a Eric - 

- Le advertimos... - le susurró su marido - Habrá seguido tu consejo... -

- Cariño... ¿y si...? -

- Katherine volverá - repitió Eric - Ya veréis que volverá... -

- Oh, Eric... - su madre le abrazó - 

- ¡Ya estamos de vuelta!

La imagen del presidente se plasmó en la televisión y todos alzaron la mirada.

- ¡Ya tenemos a los primeros participantes del Sector 2, 4 y 10! -

- Katherine... - murmuro el señor Gellert, agarrando la mano de su esposa - Por favor... -

Aparecieron diez jóvenes del Sector 2. A algunos se les apreciaba las manchas de sangre en la ropa, pero era algo que nadie se fijaba, sino en la papeleta que sostenía el presidente. Cuatro de los del Sector 2 fueron seleccionados a vivir al Sector 10, y el resto del Sector 2 acabó en el Sector 1. La plaza se inundó de aplausos.

- ¡Mañana a la mañana los participantes tomarán el tren de vuelta a sus nuevos hogares, ahora pasemos a los del Sector 4! -

La cámara únicamente enfocó a un chico que sostenía una lanza con la punta rota. Era ese chico. El chico quien ayudó a Katherine.

- Thomas Hedder, por su valentía y coraje, el Sector 6 será su nuevo hogar. ¡Bienvenido! -

Por último enfocó unas botas rotas. Era del Sector 10 por las manchas de tierra en la suela.

- Por desgracia, en el Sector 10, solo un participante ha pasado... - dijo el presidente algo melancólico - ¡Katherine Gellert! -

Todo el Sector 10 guardó silencio, y el grito de Eric de felicidad era lo único que se escuchaba.

- Siendo la única, porque el resto... digamos que no superaron La Prueba, Katherine Gellert pasará directamente... ¡Al Sector 6 junto a Thomas Hedder! -

Katherine sonrió vagamente y le estrechó la mano a Thomas, ya que ambos fueron destinados al mismo Sector. El Sector 6, donde cualquier habitante desearía vivir.

- ¡Y ahora nuestros ganadores de La Prueba pasarán la noche en El Círculo antes de partir a su nuevo hogar!

El presidente desapareció de la pantalla y pasó a los anuncios. Todo el Sector 10 felicitó con gratitud a la familia Gellert, aunque algunos lloraban por la pérdida de sus hijos.

- ¿Mamá, por qué lloran? -

- Sus hijos.. no han superado La Prueba -

- ¿Y eso es malo? - 

- Bueno... no salen en la televisión - le mintió - Si no superan La Prueba, no son famosos -

- ¡Ala! - Eric puso morritos - Ya verás que yo saldré en la televisión ¡Jejejeje! -

- Eso espero hijo.... - 



miércoles, 25 de enero de 2012

I. Último día


Capítulo 1. Último día 


Era el día. El Sector 10 estaba a rebosar de vida. La Estación fue invadida de cámaras y periodistas de Gran Nueva York, con la esperanza de filmar un buen reportaje de la marcha de los jóvenes ''afortunados'' que se encaminarían hoy mismo a La Prueba. Los grandes focos que cubrían la Estación se veían desde el dormitorio de Katherine, la cuál estaba plantada frente a la ventana mientras que su madre tomaba con delicadeza la ropa de su hija. La pequeña mochila de cuero que llevaría, se llenó enseguida de camisetas, dos únicos pantalones, un trozo de pan y una foto de su familia. El señor Gellert, que partió a las ocho de la mañana a trabajar, le dejó un regalo a su hija sobre la cama. Era un puñal de plata, una herramienta que su padre jamás se separaba de ella, y Katherine no comprendía por qué se lo entregaba.

- Cariño, deberías ir con Eric... está en su cuarto, no quiere salir para nada... -

- Es normal. Su hermana se va de casa para siempre - dijo volteando su mirada hacia ella - Deberías tomar ejemplo de Eric y dejarme sola -

- Katherine... - 

- No puedo soportar ver tus ojos hundidos por mi culpa madre... - le explicó - 

La señora Gellert no tardó ni un minuto en ir hacia su hija y abofetearla. Ella se dejó, más bien porque se lo merecía. Desde ayer que salió de casa sin decir nada, y de sus comentarios con indirecta, su madre estaba sufriendo por dentro, aunque por fuera mantenía más o menos la compostura. De repente, la puerta del dormitorio se abrió poco a poco, y vieron como unos pequeños pies descalzos entraba en el dormitorio. Eric tenía la cara empapada de lágrimas, y su cabello revuelto. Caminó sin mirar a Katherine por el cuarto y depositó a la vera de la mochila una hoja. Más bien un dibujo.

- Sé que volverás, aunque papá y mamá no tienen esa esperanza - comentó Eric - Volverás con nosotros... - 

Katherine no le dijo nada, y dejó marchar a Eric hacia su dormitorio.

- Está destrozado... - 

- Katherine - su madre la tomó de las manos - Ahora debes centrarte en La Prueba cariño. Es lo que determinará en que Sector irás a vivir... -

- Mamá, es una simple carrera contrarreloj - le dijo - Todos los años lo trasmiten por la televisión -

- Te equivocas - su voz seria se manifestó - No es una carrera de llegar a la meta como se ve a simple vista - le explicó, a la vez que tomaba el puñal que le regaló su padre - ¿Sabes por qué tu padre no se separó de este puñal? -

- No... jamás me he preguntado eso la verdad... -

- Gracias a este puñal, tu padre superó La Prueba - y lo dejó caer al suelo, clavándose limpiamente en el suelo - 

- ¿Qué quieres decir? - Katherine comenzó a ponerse nerviosa - 

La señora Gellert se acercó a su hija y posó sus labios en su oído para susurrarle.

- No es una simple carrera. Hay un límite de plazas hija... y si no se consigue una plaza, no regresas a tu hogar, ni siquiera te destinan a un nuevo Sector... -

- Límites de plaza... - Katherine se paralizó - Quieres decir que la mitad de los jóvenes de dieciocho vivirán en un lugar diferente... y los otros que no lo consigan... -

- Los que no lo consiguen... desaparecen - añadió - Todos los padres que ven a sus hijos marchar les hereda un arma o una herramienta para defenderse... incluso hay algunos que se dedican dieciocho años entrenando... -

- Eso no aparece en la televisión... -

- Lo censuran - sonrió la señora Gellert - Así que ya sabes hija, lucha con uñas y dientes -

- Mamá... -


La señora Gellert abandonó el cuarto después de cerrar la mochila. Katherine se sentó en la cama y cogió el puñal del suelo. Lo puso ante ella y pudo ver su reflejo en la hoja. Ahora le tocaba ella asimilar un gran papel en La Prueba. Para ganar y vivir en un nuevo Sector debería luchar, si no se lucha pierdes, y los perdedores desaparecen. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo con solo imaginarse sus manos empapadas de sangre, y más pensar que su pequeño hermano Eric deberá correr la misma suerte dentro de unos años, pero no era momento para derrumbarse. Katherine se levantó de un salto de la cama y tomó con energía el asa de su mochila. Era la hora. Hora de marcharse de su hogar y vivir una nueva vida.




Todo el Sector 10 estaba a rebosar de ciudadanos, la mayoría padres y familias acompañando a sus hijos a la Estación. El gran tren ya esperaba a los jóvenes del Sector 10, y en la misma puerta del vagón donde un gran número 10 estaba dibujado, el reportero Maximion Huck estaba hablando con una joven muchacha del Sector 10 que iba a embarcar al tren. Su aspecto era fuerte, quizás más fuerte que el mismo Maximion, algo que atemorizo por un instante a Katherine, pensando que tendría que competir contra ella para una plaza en una nueva vida.


- ¡Y por ahí llega la última en embarcar, la señorita Gellert! - 


Todos los focos enfocaron a Katherine que estaba medio confusa de tanta luz. Caminó arrastrando los pies, y Maximion la agarró del brazo y se la acercó a su vera, frente a una de las cámaras.


- ¡Katherine Gellert, eres realmente hermosa pequeña! ¿Ganas de marcharte? -


- Nada en absoluto - mascullo, achuchando a Maximion a un lado - Si me dejas, tengo un tren que coger -


Pero antes de irse, Maximion la tomó de nuevo del brazo y se acercó a ella fuera de cámara.


- Tus días de princesa van acabar pronto señorita Gellert. No consentimos la rebeldía -


Katherine se indignó en mirarlo y de otro empujón se apartó de él y subió al vagón sin mirar atrás. La puerta se cerró enseguida a sus espaldas, y se apresuró por el pasillo. Un inmenso, estrecho y largo pasillo de un tono blanco. Las puertas de los compartimentos estaban numerados del cien al doscientos, pero solo las once primeras estaban ocupadas por los demás. Katherine caminó, echando un reojo por el rabillo del ojo a los compartimentos. Vio a muchas caras conocidas, incluso alguna del instituto. La mayoría poseían una herramienta. Desde un cuchillo, a una lanza, pero había algunos que no llevaban armas para defenderse, quizás desconocían el detalle que ella y otros conocían. Tras revisar cada compartimento, Katherine entró en el número doce. Era acogedor. Un sofá, acompañado de dos cojines negros y una mesa, en donde había un simple plano de toda Gran Nueva York. Katherine soltó la mochila y clavó sus ojos en el mapa. 


- Gran Nueva York... - mascullo - ¿Cuantos secretos oculta? -


Gran Nueva York era un gran territorio circular, donde las vías del tren recorre cada rincón. Se apreciaba los Diez Sectores, situados alrededor del centro, donde la cabeza de La Estatua de la Libertad se alzaba en el centro del círculo, y en donde el Presidente controlaba cada Sector con su poder de gobernante. Aquel lugar era conocido como El Círculo. El Sector 6 era el único Sector que estaba muy cerca de El Círculo, y todos los que vivían allí, vivían en buenas condiciones sin trabajar a duras penas. Es el territorio donde todos desearían vivir.


- Oculta muchos secretos Gran Nueva York... - irrumpió una voz en el compartimento -


Katherine se ladeó de inmediato y vio a una chica más joven que ella, y que llevaba una pesada bandolera colgando de su hombro. 


- ¿Eres Katherine Gellert? - preguntó -


- Si, ¿quién eres? -


- Soy Annabeth Thomson, mensajera del Sector 6. Tengo un mensaje para usted -


- ¿Para mi? -


La joven Annabeth le entregó un pequeño sobre y abandonó el compartimento. Debía repartir la misma carta al resto de pasajeros. Katherine la abrió. Era un sobre dorado, y proveniente de El Círculo.


Estimada Katherine Gellert: 

Dentro de unas horas llegaréis a El Círculo, donde La Prueba se llevará a cabo. Me cuesta informarla de que los del Sector 10 solo se les concederá tres únicas plazas. Por tanto, solo tres de vuestro Sector podrá vivir en una nueva vida. Los tres que ocupen la plaza, pasaran a un pequeño sorteo, y yo, presidente de Gran Nueva York, os indicará vuestro nuevo Sector y ocupación.

Atentamente.  J.P 


- Tres únicas plazas para doce personas... - mascullo -

El tren comenzó a moverse poco a poco, y en cuestión de segundos abandonó la estación del Sector 10.






lunes, 23 de enero de 2012

Prologo: Katherine Gellert

Libro I 
[Destino]

Prologo. Katherine Gellert


Un lugar donde vivir con libertad, sin normas, sin obligaciones forzadas. La era 3000 ha traído consigo la desgracia de muchos. Una civilización destruida por la guerra años atrás, una nueva sociedad alzada, y un único lugar en donde los últimos habitantes de la tierra viven. Diez Sectores dividen la llamada Gran Nueva York. Cada Sector separada por alambradas y por una seguridad altísimo, imposible de merodear de un sector a otro. Cada Sector se ocupa de una obligación, y cada obligación realizada hace que la Gran Nueva York prosiga hacia delante. Esta historia nos llevará directamente al Sector 10, famosos por la extracción de alimentos de la tierra y por la plantación que poseen. Allí una joven muchacha aguarda en lo alto de un árbol a la llegada de la libertad, una libertad que la puede condenar para siempre. En sus manos sostenía una carta bañada en color negro, donde su contenido era una fina hoja que se agitaba a la par del viento.

Estimada Katherine Gellert:

Me complace informarla e invitarla a La Prueba. Siendo ya mayor de edad, su destino pronto será encaminado a una nueva vida.

- Invitarla dice, más bien obligada... - chascó con la lengua -

Katherine era la típica muchacha del Sector 10. Cabello castaño, piel pálida y ropas manchadas de tierra y a saber de que más. Katherine se levantó con agilidad de la rama y saltó del árbol, cayendo de rodillas a la tierra fértil. Una cosa que se caracterizaba el Sector 10 era de la tierra. No había aceras, únicamente tierra. Las casas eran rústicas, exceptuando la única plataforma metálica. La Estación Principal, una gran vía que comunicaba los Diez Sectores entre si, dando como margen 10 minutos de duración por cada parada. Katherine sabía que pronto debía tomar el tren junto a otros chicos de dieciocho años para el esperado evento La Prueba.

- ¡Ey Katherine, ya hemos vuelto con las dos canastas llenas de fruta! -

El pequeño de los Gellert, Eric, corría con los brazos abiertos hacia su hermana. Pegando un salto, abordó a su hermana con un fuerte abrazo. El pequeño Eric era la misma imagen de Katherine. Su cabello, sus ojos verdosos... . Katherine tuvo que desviar un momento la mirada al ver a su hermano. Sabía de antemano que tarde o temprano, ella debía marcharse a La Prueba, y tal vez no regresar jamás a su hogar sin algún permiso especial.

- ¿Te ocurre algo?, estás más pálida de lo normal... - 

- No es nada - mintió - Estoy algo agotada, ya sabes pequeño... - 

- ¡Más vale que sea eso! - sonrió Eric - Vamos para casa, papá quiere hablar contigo -

- Me lo temía... - mascullo, dejándose llevar por la mano de su hermano -

Ahora llegaba la charla de padre e hija, lo normal cuando uno de sus hijos cumple dieciocho y debe partir a un nuevo hogar. Katherine caminaba hacia la pequeña casa de dos plantas temblando. Le costaba caminar, pero más de sostener la carta en su mano. Eric no paraba de mirarla con grandes ojos, algo que machacaba mentalmente a Katherine porque se sentía obligada a poner buena cara ante él. Su partida a La Prueba, entristecería bastante a Eric.

- ¡Hombre, ya era hora de traer a la princesa de la casa! - exclamó su padre - Eric, ve con mamá a la cocina, debes ayudarla a lavar las frutas -

- ¡Si jefe! -

Eric se descalzó, y fue correteando con aquellos calcetines rotos hacia la cocina. Katherine se retiró la chaqueta y traspasó el umbral, adentrándose en la casa. Su padre la esperaba con los brazos cruzados y con una sonrisa apagada. Se acercó a ella sin decir ni una palabra, y de pronto la cubrió con sus brazos. Katherine también lo abrazó y se apoyó en su pecho, olfateando la vestimenta de su padre que siempre olía a tierra, un olor que agradaba a su olfato.

- Esta mañana he visto la carta en el buzón... - le susurró - 

- Papá... -

- Mamá también lo sabe, pero Eric no - le dijo - Intenta ser fuerte hasta que te busquen, y pasa mayor tiempo con Eric cariño... él te adora... -

- No podré... - mascullo mientras arrugaba la carta - No os podré ver más... no... -

- Quien sabe - su padre la tomo de la barbilla - Quizás La Prueba te destine nuevamente a casa, o quizás no... pero no pierdas esa chispa en tus ojos cariño... -

- Lo intentaré... papá -

Tomándola de sus manos, la besó en su mejilla antes de que Eric apareciese nuevamente.

- ¡Venga perezosos! - gritó con fuerza el pequeño - La comida está en la mesa -

La comida, quizás el único momento en donde la familia completa se reúnen en sus mesas para disfrutar de la comida recolectada. En cada Sector, hay una hora determinada para comer, exactamente a las 14:00, justamente la hora en donde las noticias de la Gran Nueva York son retransmitidas en todas las televisiones de los Sectores. Katherine prendió la pequeña televisión como de costumbre, y tomo asiento a la vera de Eric y su madre, la cual era incapaz de mirar a su hija, pero estaba claro que había llorado durante toda la mañana. Katherine intento también no mirarla, y tomo un pedazo de fruta con las manos, a la par de que una mujer de cabellos rojos apareciera en la televisión.

- ¡Buenos días querida Gran Nueva York, hoy comienza la cuenta atrás!. Hoy, los jóvenes de dieciocho años han recibido su espléndida invitación a La Prueba. Casi cincuenta jóvenes de cada Sector participarán este año... -

Katherine dejó de comer de repente al ver que su madre se levantó de golpe de la mesa. Echó el asiento hacia atrás para levantarse, pero su padre la agarró de la mano y miró de reojo a Eric. Debía comportarse con normalidad para no asustar a Eric.

- ¡El Gran Tren saldrá dentro de dos días a cada Sector para recoger a los jóvenes, y ahora, mi compañero, que se encuentra en estos momentos en el Sector 10, dará los nombres de los jóvenes de ese Sector que asistirán a La Prueba!. ¡Retransmitiendo con el Sector 10! -

- Eric... - saltó su padre - Ve donde mamá por favor... -

- Pero quiero ver quienes irán... -

- ¡He dicho que vayas con tu madre enseguida! -

Eric se levantó del asiento con la manzana en la mano y se fue hacia su madre, que estaba llorando desde el salón. Katherine miró a su padre y le tomó la mano.

- Joselian McGrers. Katherine Gellert... -

De la boca de aquel presentador, escupió el nombre de Katherine, haciendo que su cuerpo se paralizase al escucharlo. Ella bajó la mirada y cerró los puños con fuerza. 

- En total, son doce jóvenes del Sector 10. Dentro de dos días, yo, Maximion Huck, volverá al Sector 10 a por los participantes. ¡Devolvemos la conexión! -

- Dentro de dos días... -

- Dos días - repitió Katherine - 

- ¡Bien, ahora pasemos al Sector 9...! -

Katherine apagó la televisión, y esta vez pudo levantarse de la silla sin problema. Soltó la comida y fue hacia el salón, donde su madre estaba con Eric frente a la ventana, donde se veía a simple vista la Estación, donde el presentador Maximion Huck estaba retransmitiendo imágenes del Sector 10 para las noticias de la noche.

- Mamá... ¿estás bien? - dijo -

- Claro que si pequeña... ¿y tu como estás Katherine? - 

Su madre alzó la vista y clavó sus ojos en las de su hija. Ella se echó hacia atrás, y la tanta presión que estaba recibiendo, hizo que echase a correr de la estancia con lágrimas en los ojos. Atravesó el estrecho pasillo, tomo nuevamente la chaqueta y salió de la casa a grandes tropezones. 

- ¡Katherine! - gritó su padre al verla tras la ventana -